Manifiesto
Francisco Arroyo Ceballos
Libro EuroAmericano de Artistas, Buenos Aires 2003
Hace tiempo, en una noche cualquiera del frío invierno, cuando todo se volvía sosiego la paz llegó a mi mente y soñé.
Soñé que el arte no era un mero capricho de gentes sin sentido que dirigen los hilos del espíritu colectivo.
Soñé que al no haber guerras ni corrupción ni delincuencia ,
desesperanza u odio , el espectro temático que influencia al artista se
reducía.
Soñé con salas a rebosar de público ávido de cultura , con filas y filas
de gente esperando el momento de poder acceder al recinto donde, cierto
autor novel muestra con gran ilusión y desbordado nerviosismo sus
nuevas creaciones.
Soñé que lo más importante era la obra , el sueño del loco, el espíritu
creador, la exaltación de lo positivo, el amanecer, la sonrisa del niño y
el anciano, el gusto por la mera contemplación, la armonía ; que los
creadores se apoyaban y complementaban, que el escultor ayudaba al
pintor y este trabajaba con el poeta el cual , a su vez, escribía para
el músico y todos dejaban envidias y frustraciones tras de sí , dando
forma conjunta y desinteresada a proyectos , vivencias y esperanzas.
Soñé que el artista era valorado por su obra y esfuerzo , no por la
cuantía económica que atenaza sus bolsillos ; que críticos, galeristas ,
columnistas, políticos y mecenas defendían y daban empuje al arte por
el arte.
Soñé que uno podía vivir de su trabajo, del esfuerzo diario de dar forma
y sentido a sus ilusiones y pensamientos ; que la palabra "obligación"
desaparecía del diccionario; que nadie pisaba a nadie en su afán por
escalar a la cima del paraíso material.
Soñé que mi mundo era redondo, que todo se entrelazaba reforzando mi
vano pero necesario egocentrismo de creador y ... que rechazaba las
mentes planas y estas desaparecían.
Soñé que las oportunidades eran para todos ...... pero, de pronto , una lágrima brotó ,
Soñé y desperté.
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