¿El andaluz tiene inteligencia o talento?
Una
mirada a la historia y a la situación actual de nuestra comunidad nos
hace plantearnos este tema complejo y escabroso pero interesante y
necesario a la hora de conocer y comprender más a nuestro pueblo, sus
reacciones y sus posibilidades de futuro.
El título en si de este debate podría estar mal planteado puesto que
a simple vista nos encontramos con una pregunta que nos pone en la
disyuntiva de elegir entre una opción u otra. De este modo, quien lea
ese enunciado se preguntará si no se pueden producir las dos al mismo
tiempo o si existen contradicciones, similaridades, una es más
importante que la otra. Estas y más preguntas de la misma índole son el
fruto de un planteamiento normal que a la vez pueden encontrar rápidas
respuestas si como hemos dicho al principio miramos nuestro pasado y
pensamos nuestro futuro.
La historia nos ofrece la reacción de un pueblo ante acontecimientos
y sucesos que se han ido produciendo a lo largo de los años y los
siglos. Reacción y actitudes ante hechos concretos como por ejemplo la
convivencia intercultural entre distintas religiones y creencias, o como
es el caso del proceso migratorio al que se ha visto sometido nuestro
pueblo. Ambos ejemplos son la cara y la cruz de la misma moneda, y
plantean respuestas a los interrogantes emitidos anteriormente: entre
inteligencia y talento no se da, al parecer, una contradicción y si más
bien una complementariedad y por lo tanto no hay una superioridad de
ninguna sobre la otra.
Con esta reflexión me propongo ofrecer pautas para el diálogo,
emitir un juicio, para pensar. Me gustaría que cada uno plantee este
tema en su círculo de trabajo o entre sus amistades y de paso invito a
cada uno a sacar sus propias conclusiones. No pretendo exponer este tema
desde un enfoque psicológico o pedagógico, sino que el objetivo de este
pensamiento en voz alta es animar a otros a que se planteen un tema que
pienso es interesante.
A fin de que el lector invite a otros a dialogar sobre este tema,
propongo unos medios básicos y unos instrumentos sencillos que abarcan
las distintas definiciones de ambos conceptos y una aplicación práctica
tomando como referencia ejemplos de la historia. Estos ejemplos mismos
nos pueden ofrecer pautas para pensar en nuestro futuro y en cómo
queremos que sea la vida en nuestra comunidad.
Inteligencia.
Mucho se ha discutido sobre este término y existe una infinidad de denominaciones y definiciones en torno a este concepto.
Hoy en día la inteligencia es un tema que se encuentra en el punto de
mira de muchas discusiones por parte de distintas disciplinas, como la
psicología, la medicina, la filosofía, etc. Hasta ahora se había medido
la inteligencia humana con ayuda de tests en que se ponía a prueba las
capacidades numéricas, lingüísticas o espaciales de cada persona. Pero
se ha visto que esto ha sido un error, pues hemos estado tan interesados
en medir la inteligencia dedicada a resolver problemas técnicos, que
hemos olvidado otras habilidades del ser humano como son la comunicación
afectiva o la inteligencia emocional.
La inteligencia es la capacidad que tiene el cerebro humano para
procesar la información que recibe del exterior, y a su vez es la
capacidad de recoger esta del mundo que le rodea. La función principal
de la inteligencia no es sólo conocer, sino dirigir el comportamiento
para resolver problemas de la vida cotidiana con eficacia. Por ello la
inteligencia se caracteriza por su capacidad de asimilar, guardar,
elaborar información y utilizarla para resolver problemas, cosa que
también son capaces de hacer los animales e incluso los ordenadores.
Pero el ser humano va más allá, desarrollando una capacidad de iniciar,
dirigir y controlar las operaciones mentales y todas las actividades que
manejan información. Aprendemos, reconocemos, relacionamos, mantenemos
el equilibrio y muchas cosas más sin saber cómo lo hacemos. Pero tenemos
además la capacidad de integrar estas actividades mentales y de
hacerlas voluntarias, en definitiva de controlarlas, como ocurre con
nuestra atención o con el aprendizaje, que deja de ser automático como
en los animales para focalizarlo hacia determinados objetivos deseados.
Hasta ahora la interpretación errónea de que la inteligencia sólo servía
para resolver problemas matemáticos o físicos había dejado de lado las
capacidades personales de resolver problemas que afectan a la felicidad
personas o a la buena convivencia social.
La teoría que más se ha impuesto últimamente es la de la
inteligencia múltiple de Howard Gardner. Dice que no tenemos una sola
capacidad mental, sino varias, concretamente siete: la
lógico-matemática, la espacial, la lingüística, la musical, la corporal,
la interpersonal y la intrapersonal. Por tanto, cuando queremos medir
la inteligencia de un sujeto, lo debemos hacer basándonos en todas
ellas, no sólo en unas cuantas. Se están intentando generar nuevos test
que midan estas capacidades, pero este es un proceso difícil y que
todavía está en sus inicios.
La inteligencia de una persona está formada por un conjunto de
variables como la atención, la capacidad de observación, la memoria, el
aprendizaje, las habilidades sociales, etc., que le permiten enfrentarse
al mundo diariamente. El rendimiento que obtenemos de nuestras
actividades diarias depende en gran medida de la atención que les
prestemos, así como de la capacidad de concentración que manifestemos en
cada momento. Pero hay que tener en cuenta que, para tener un
rendimiento adecuado intervienen muchas otras funciones como, por
ejemplo, un estado emocional estable, una buena salud psico-física o un
nivel de activación normal.
La inteligencia depende de la estructura que tenga el cerebro y las
vías de acceso que lo comunican con el mundo externo. La estructura
cerebral de la cual depende la inteligencia se forma y se refuerza desde
que nacemos hasta los seis años por eso es común oír de deportistas o
músicos geniales, que mostraron sus habilidades desde muy temprana edad,
cuando la realidad es que gracias a que fueron estimulados conciente o
inconscientemente a esta edad demostraron sus habilidades.
¿Es inteligente el andaluz?
Después de considerar estos planteamientos si queremos, desde un
punto de vista más bien teórico, enfrentamos el tema desde la realidad
histórica de un contexto concreto como es el del pueblo andaluz.
Nada hay que decir del pueblo trabajador andaluz, noble entre los
nobles, fino de espíritu, como heredero de una cultura multisecular,
generoso de su pobreza, lleno de simpatía, aunque interiormente triste,
por efecto de la sensibilidad aguda, la fantasía espléndida y la clara
visión de la injusticia social de que es víctima. Nada hay que decir del
caballero andaluz que ha cultivado su espíritu. Pero el señoritismo
andaluz fue hasta hace poco una plaga engendradora de pesimismo. El
señorito no sabía nada ni trabajaba en nada.
Andalucía un país rico, fastuoso, espléndido. El lujo es allí una
cosa natural. Son lujosos el clima, el suelo, el paisaje, la luz, sobre
todo; y el hombre posee lo que pudiéramos llamar mimetismo transformado,
o mimetismo psíquico de base mediata; algo, en fin, que le hace
traducir en su vida de relación las condiciones más salientes del medio
natural en que vive. El andaluz, no por sangre oriental, que no la tiene
en la mayoría de los casos, sino por habitante de Andalucía, propende a
estimar lo fastuoso, lo brillante: la oratoria es allí un arte de
eterno éxito. Esto no quiere decir que el andaluz carezca de vida
interior. Tiene, por el contrario, más vida interior que nadie. Lo que
le sucede al andaluz es que vive más interior y exteriormente, que los
hombres de climas opuestos.
Talento
En La nueva enciclopedia Sopena la primera definición de talento nos
remite a dos términos de distinta procedencia. El primero está
relacionado con algo de valor: en concreto una moneda imaginaria de los
antiguos griegos y romanos. El segundo término se refiere al conjunto de
los dones con que Dios enriquece al hombre. De la palabra "talentos"
procede la palabra "talento" (don). En la Biblia se enseña a no
perseguir fines egoístas con los talentos (dones) sino a utilizarlos
para el bien común. Y en la Biblia se dice que se dan diferentes clases
de dones:
Ninguno posee todos los dones, de ser así no necesitaríamos los unos de los otros. Pero cada persona tiene tres tipos de dones:
En primer lugar se encuentran los Talentos naturales
(inteligencia, salud, fuerza, habilidad, sentido de la música,
facilidades idiomáticas, fluidez de palabra, destreza manual,
enseñanza).
Luego están las Habilidades aprendidas (estudio de idiomas, música, ocupación, finanzas).
Y por último, se encuentran los Dones espirituales (como servir,
enseñar, evangelizar, pastorear, exhortar, discernir espíritus,
profetizar, hacer misericordia, repartir, presidir, tener fe, amor,
sabiduría y conocimiento).
De todo esto observamos algo curioso: la inteligencia es un talento natural.
Talento andaluz
Ya decíamos anteriormente que el andaluz es un pueblo trabajador, noble,
lleno de simpatía, de sensibilidad…todos estos son talentos, de
distinta procedencia, según hemos acabamos de definir, pero talentos.
Y si, hay que tener talento para sobrevivir en la vida ante
situaciones precarias de injusticia, para "apañárselas" en condiciones
desfavorables, para salir al paso de críticas y tópicos que lejos de
ayudar a construir una identidad propia provocan un complejo de
inferioridad y de "ser menos" que otros y como consecuencia llevan al
nacido en el sur de la península ibérica a sentirse que "no tiene valor"
y a creerse que sólo vale para la "juerga", el pasarlo bien y el darse a
la buena vida.
Siento que el proceso democrático ha vertido lanzas a favor de
nuestra comunidad y de sus raíces. La identidad andaluza se ha visto
"reforzada" con el desarrollo de la autonomía y la valoración de los
"dones" naturales que ha recibido esta tierra. Y el reconocimiento y la
valoración de estos dones han impulsado la conciencia de identidad y el
aprecio de lo que se es como pueblo, de ese "ser" que nos identifica por
donde vayamos y hagamos lo que hagamos.
A lo que he llamado talento muchos denominaran "picaresca"
cuando se trata de enfrentarse a la vida y solucionar los problemas que
ella ofrece cada día. Y contemplar esta posibilidad nos aventura a
expresar que el andaluz es inteligente porque es capaz de resolver
situaciones y problemas, es capaz de hacerlo con los dones que ha
recibido y es más, es capaz de ofrecer estos dones a la comunidad
internacional, y para una muestra de ello, basta remitirnos a una de las
manifestaciones de arte que han surgido en esta comunidad y se han
expandido a lo largo de la historia y de los pueblos: el flamenco.
Plantear esto nos vuelve a remitir a la pregunta inicial. Por
eso, el debate queda abierto y cada cual está invitado a expresar su
opinión y a colaborar con esta sencilla reflexión manifestada a través
de estas líneas. Espero vuestras aportaciones y comentarios.
Bibliografía.
k. Boeck, D. Martin, Karin Boeck, Doris Martin. Qué es inteligencia emocional.
Stenberg, R. y Detterman, D., K. (1988). ¿Qué es la inteligencia?. Madrid. Pirámide.
Vallejo-Nágera, J. A. (1998): Guía práctica de la psicología. Madrid. Ed. Temas de Hoy.
José Anguita Valdivia, Apuntes biográficos de D. Juan Carrillo Sánchez,
Imprenta Renacimiento, Madrid 1929, páginas 5-21
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