1- NIVEL TEÓRICO
El presente texto tiene como objeto el comentario del Capítulo I del
libro de
Edward W. Said (1978) Orientalismo. A fin de lograr una mejor
comprensión de este documento abordaremos nuestra reflexión desde una
lectura atenta del mencionado capítulo y de su introducción, así como de
los contenidos del módulo I, Perspectivas para el análisis entre
culturas (Prado Fonts, 2007). Este marco teórico nos acercará al punto
de vista orientalista de Edward W. Said, nos ayudará a tomar conciencia
sobre cómo puede afectarnos en nuestro conocimiento de Asia Oriental y
nos permitirá analizar el modo desde el que contemplamos esas
sociedades, imbuido sin duda de nuestra mirada occidental.
En su obra Orientalismo publicada en
1978, Said consigue por primera vez explicitar la concepción de Oriente
que ha marcado la manera de entenderlo desde Occidente (Prado Fonts,
2007). Pienso que Said considera que esta concepción o discurso, en la
terminología de Foucault (Prado Fonts, 2007) se ha construido para
dominar, reestructurar y desplegar autoridad sobre Oriente. Dicho de
otro modo, es una categoría de origen occidental que nace asociada a la
colonización que Europa y América ejercían sobre una gran parte de la
población mundial. De esta concepción, y a raíz de la lectura de los
textos mencionados anteriormente, deduzco que hay tres aspectos
importantes en los que Said se basa para definir el discurso
orientalista: en primer lugar, apuesta por el orientalismo como por “una
ciencia sobre Oriente que situaba los asuntos orientales en una clase,
un tribunal, una prisión o un manual par analizarlos, estudiarlos,
juzgarlos, corregirlos y gobernarlos” (Said, 1978); en segundo lugar, lo
concibe como una forma de pensamiento que diferencia a Oriente de
Occidente. En este sentido el discurso orientalista se caracteriza por
destacar la
inferioridad de los Orientales sobre los Occidentales, basándose en la
cultura y en las normas, tanto sociales como morales, de la sociedad
Oriental, asemejándola a la barbarie y a la sinrazón humana (1), y en
tercer lugar, como una proyección de poder por parte de Occidente lo que
caracteriza a través de las referencias que realiza a la política
colonial. A nivel personal considero que hay dos hechos importantes que
se pueden deducir de estos tres aspectos y que están presentes en todo
el capítulo: Por un lado, la necesidad humana de dominar y creerse
superiores, incluso dentro de una misma raza y por lo tanto de
despreciar a los que no son como nosotros por no tener nuestras
costumbres y, por otro lado, que todas estas construcciones culturales o
son más que una representación ficticia de nuestra imaginación, o dicho
de otro modo, “Said (…) demuestra que las visiones (…) son
construcciones ideológicas basadas en una perspectiva concreta. En el
caso de Oriente, basadas en una perspectiva euro-céntrica”. (Prado
Fonts, 2007).
Al
profundizar en este último punto, nos damos cuenta de que el discurso
orientalista no nos deja indiferentes puesto que afecta a nuestros
conocimientos de Asia Oriental, y lo hace de una manera imaginaria. De
modo que, tal y como acabamos de mencionar sobre las construcciones
ideológicas, en nuestras mentes establecemos un espacio familiar que es
“nuestro” y un espacio no familiar “que es suyo” o “del otro”. Considero
que esta manera imaginaria de establecer estas diferencias, tiene un
aspecto positivo, puesto que uno de los méritos de Orientalismo es que
nos haya acercado al otro, sea cual sea la geografía, sociedad,
religión, etnia o cultura a la que pertenezca (2). Creo que es
importante ser conscientes de que existen estas diferencias si nos
ayudan a identificar las enormes aportaciones (formas de pensar,
valores, tradiciones…), que nos pueden enriquecer personal y
colectivamente. Sin embargo, desde un punto de vista
menos positivo, estas representaciones no son objetivas puesto que no
hablamos de las personas humanas como “nosotros”, es decir, con deseos,
sentimientos e ideas, sino de un conjunto de habitantes ajenos a nuestra
realidad. Al desconocer lo que hay en ese “más allá” de nuestro espacio
conocido, elucubramos e imaginamos sobre Asia Oriental, “algo” alejado
de nuestro espacio familiar europeo.
Todo
lo expuesto anteriormente es una llamada de atención al modo en que
contemplamos las personas y las sociedades de Oriente, a las cuales, en
palabras de Guarné “clasificamos a partir de criterios ideológicos,
morales y políticos generalmente no explicitados” (Prado Fonts, 2007).
Coincido en la afirmación de que estos “estereotipos a menudo nacen o
circulan por desconocimiento o por temor” (Prado Fonts, 2007) y de este
modo podemos aceptar que, tal y como expresa Guarné “suponen una
estrategia para salvaguardar la integridad que creíamos amenazada, sin
darnos
cuenta de que esta integridad solo es producto arbitrario de nuestra
manera de organizar el mundo en seguridades y temores” (Prado Fonts,
2007). A nivel personal, pienso que es importante y necesario el
contacto real con las culturas y personas a las que “hemos etiquetado”
respondiendo a razones sociales o psicológicas. De este modo, y a partir
de mi experiencia en Taiwán, considero que mi visión sobre las
sociedades orientales ha sufrido una transformación puesto que el
contacto me ha ayudado a tomar conciencia de que no se puede “meter en
un mismo saco” a todos los orientales y por lo tanto, se debe evitar
realizar estereotipos tales como “los chinos son trabajadores o son
capaces de comer todo lo que se mueve”. Según lo observado, considero
que los chinos son personas que entre sí presentan sus diferencias,
entre otras, en el modo de pensar, de sentir y de expresarse, tienen sus
cualidades positivas y menos positivas, y en una
palabra, cada persona posee su propia identidad: hay chinos
trabajadores, otros menos trabajadores; hay chinos “sucios” que no lo
son... Es decir hay de todo al igual que otra cultura. Todo ello debería
contribuir a desterrar estereotipos que sin embargo, y a pesar de lo
experimentado, como es mi caso, aún se mantienen.
2- NIVEL PRÁCTICO
3.
El texto objeto de estudio aborda el análisis de una producción
mediática relacionada con la sociedad china que ilustra el discurso
orientalista de Said mostrando la concepción que se tiene en las
sociedades occidentales sobre la idea de Oriente. A fin de lograr una
mejor comprensión del texto centraremos nuestro análisis en los
elementos que implícita o explícitamente se hallan presentes en esta
producción. Una referencia al autor del documento, al contexto social y
cultural en el que se han de re-significar estos elementos, así como al
razonamiento orientalista del artículo, ayudará a descubrir valores y
posicionamientos políticos, ideológicos y morales que revelan otra
intencionalidad.
La producción consiste en un artículo publicado en el diario EL PAIS el
10 de Agosto de 2008, por Héctor Abad Faciolince, un escritor y
periodista colombiano que inició estudios en medicina, filosofía y
periodismo y al final optó por las lenguas y literaturas modernas en la
Universidad de Turín. Ha sido traductor de obras de autores italianos,
colaborador en varias revistas y diarios, ha publicado numerosos ensayos
y libros de narrativas y en la actualidad trabaja como columnista y
asesor editorial del
diario colombiano El Espectador. Ha recibido varios premios entre ellos,
en España el primer Premio Casa de América de Narrativa Innovadora en
el año 2000 y en Beijing, el Premio a la mejor novela extranjera del
año, por la obra Angosta, en el 2005. En el artículo objeto de nuestro
análisis, el autor expresa su punto de vista occidental sobre China y
critica este país con un gran desprecio. Centrado en los JJOO de Beijing
2008, el texto establece un paralelismo entre los JJOO y otro tipo de
“deporte” al que se dedicó la población china durante la Revolución
Cultural del presidente Mao. Así, ante la situación de carestía de
alimentos, los funcionarios descubrieron que los pájaros se comían parte
de la cosecha de arroz y por lo tanto había que espantarlos como fuera.
Exhaustos de volar caían al suelo y era el momento de aniquilarlos y de
este modo asegurar la cosecha.
El
argumento central del artículo no puede pasar desapercibido ante la
crítica que se hace tan desmesurada de una situación “lejana”, y este
elemento aporta una dimensión importante del concepto orientalismo: el
objeto de análisis del documento son los ciudadanos chinos en su propio
contexto oriental, un concepto opuesto a lo occidental, el ámbito desde
el que escribe Abad Faciolinci. De este modo, y a lo largo del texto,
encontramos continuas referencias a los ciudadanos chinos a los que
tacha de “hormigas de un rebaño domesticado y obediente” y a los que se
refiere como a “una masa de autómatas”. El autor insiste en este último
término al definir a los chinos como “una masa inmensa de trabajadores,
puntuales, obedientes, que aceptan salarios exiguos pero de todos modos
sedientos de consumo. Se les da pan, se les dan unos cuantos bienes, y a
cambio se les exige silencio, laboriosidad extrema y obediencia”. Desde
un punto de vista personal, considero que estas definiciones sobre los
chinos responden a una construcción o forma de conocimiento ideológica
basada en una perspectiva concreta. El autor realiza una clasificación
de los chinos a los que “representa” de esta
manera como algo natural, respondiendo así a estereotipos que circulan
con normalidad en la vida cotidiana, tales como los chinos son
trabajadores o muy disciplinados. Además, al establecer esta
clasificación el autor está construyendo un espacio en el que “cientos
de millones de chinos debían aplastar a cientos de millones de pájaros”,
y en el que existe “un régimen que en muchos sentidos se puede
calificar como opresivo”. Y ello hace que si existe este espacio, en la
mente de Abad Faciolinci, exista “otro distinto” que por supuesto se
opone a lo anterior y que se intuye es mejor porque goza de libertad,
entre otros. Así se originan las fronteras imaginarias establecidas por
lo “nuestro u Occidente”: nosotros somos libres, ellos autómatas;
nosotros podemos
consumir lo que queramos y “ellos” están sedientos de consumo”.
Considero que estos elementos deben cobrar su sentido en su propio
contexto, China, y que se debe tener en cuenta el proceso histórico,
cultural y socio-político en el que se desarrollan. Es decir, no se
puede juzgar una situación extrapolada de su ámbito. Estos estereotipos
crean una imagen “estática” de los chinos: se pretende que nunca cambien
y con estos estereotipos “estáticos” se genera una excusa perfecta para
invadir o colonizar Oriente. Estos, entre otros, son motivos
encubiertos que delatan otra intencionalidad.
De
este modo, pienso que el autor del texto aprovecha la ocasión de la
celebración de los JJOO del 2008 celebrados en Beijing para exponer su
punto de vista contrario al régimen comunista chino y al posicionamiento
de los gobiernos occidentales. Entiendo que en su texto se refiere a la
ceremonia de inauguración de los Juegos cuando expresa “hay algo
hermoso y terrible en esas ceremonias donde los seres humanos dejan de
ser individuos para convertirse en simples movimientos mecánicos de una
enorme coreografía”. Desde este comentario se concibe las críticas que
manifiesta a continuación: “Lo que es uniforme y riguroso nos fascina
porque no hay más inhumano que esto (…). Cuando se cede a la libertad y
uno se convierte en un diente más de un inmenso engranaje, hay algo que
fascina y asusta”. Sin embargo, el autor concibe esta situación como
“el sueño de los amos del mundo”, refiriéndose al “silencio de los
gobiernos occidentales”, que si bien, “hacen muchos y muy buenos
negocios con la China milenaria (…) callan sobre sus miserias políticas
internas o sobre sus
imposiciones imperiales en el Tibet”. “El sueño de todos los grandes
capitalistas de la tierra sería (…) una pequeña camarilla de gobernantes
que concentran en sus manos el poder absoluto (…) sin control
independiente (…) sin disidentes (…), con protestas públicas ahogadas
(…) con una prensa controlada (…), con páginas de Internet prohibidas”.
La dinámica objetiva del artículo nos hace pensar que sólo s trata de
una referencia a un “deporte al que tuvieron que dedicarse los chinos”,
pero si nos detenemos a analizar la dinámica subjetiva del texto
observamos cómo subyace una ideología y un posicionamiento. Además,
estos fragmentos extraídos del texto vuelven a ejemplificar el discurso
orientalista: los países occidentales son los “amos” o los “dueños” del
mundo. Una vez más la superioridad occidental. Creo que en el fondo, el
autor lamenta que China tenga, cada vez más presencia en el panorama
internacional y por lo tanto, la imagen de lo exótico y lo romántico se
vaya diluyendo.
El desprecio e ironía del autor llega, incluso,
al insulto: “quizás algún día los borregos encuentren la manera de no
bailar y consumir todos al unísono, van a brincar, a gozar y gastar, tal
vez a su propio aire”.
BIBLIOGRAFÍA
-Prado Fonts, Carlos. Sociedad y cultura en Asia Oriental . Barcelona:
Fundació per a la Universitat Oberta de Catalunya. Primera edición.
febrero 2007.
-Said, E.W. (1978) Capítulo I “The Scope of Orientalism” en Orientalism”. Harmondwaorth: Penguin, 1991.
WEBGRAFÍA
-www.casaasia.es/pdf/3250412958PM1080217798756.pdf (Consulta 03/03/09).
-http/html.rincondelvago.com/orientalismo_edward-said.html. (Consulta 27/02/09).
REFERENCIAS
(1) http//:rincondelvago.com/orientalismo_edward-said.html. (Consulta 27/02/09).
(2) http//:www.casaasia.es/pdf/3250412958PM1080217798756.pdf (Consulta 03/03/09).
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