Asia oriental
Discurso orientalista: Marco teórico y práctico a la luz de la denuncia de E.Said
por Mayte
14/02/2010


    1- NIVEL TEÓRICO

    El presente texto tiene como objeto el comentario del Capítulo I del libro de Edward W. Said (1978) Orientalismo. A fin de lograr una mejor comprensión de este documento abordaremos nuestra reflexión desde una lectura atenta del mencionado capítulo y de su introducción, así como de los contenidos del módulo I, Perspectivas para el análisis entre culturas (Prado Fonts, 2007). Este marco teórico nos acercará al punto de vista orientalista de Edward W. Said, nos ayudará a tomar conciencia sobre cómo puede afectarnos en nuestro conocimiento de Asia Oriental y nos permitirá analizar el modo desde el que contemplamos esas sociedades, imbuido sin duda de nuestra mirada occidental.

         En su obra Orientalismo publicada en 1978, Said consigue por primera vez explicitar la concepción de Oriente que ha marcado la manera de entenderlo desde Occidente (Prado Fonts, 2007). Pienso que Said considera que esta concepción o discurso, en la terminología de Foucault (Prado Fonts, 2007) se ha construido para dominar, reestructurar y desplegar autoridad sobre Oriente. Dicho de otro modo, es una categoría de origen occidental que nace asociada a la colonización que Europa y América ejercían sobre una gran parte de la población mundial. De esta concepción, y a raíz de la lectura de los textos mencionados anteriormente, deduzco que hay tres aspectos importantes en los que Said se basa para definir el discurso orientalista: en primer lugar, apuesta por el orientalismo como por “una ciencia sobre Oriente que situaba los asuntos orientales en una clase, un tribunal, una prisión o un manual par analizarlos, estudiarlos, juzgarlos, corregirlos y gobernarlos” (Said, 1978); en segundo lugar, lo concibe como una forma de pensamiento que diferencia a Oriente de Occidente. En este sentido el discurso orientalista se caracteriza por destacar la inferioridad de los Orientales sobre los Occidentales, basándose en la cultura y en las normas, tanto sociales como morales, de la sociedad Oriental, asemejándola a la barbarie y a la sinrazón humana (1), y en tercer lugar, como una proyección de poder por parte de Occidente lo que caracteriza a través de las referencias que realiza a la política colonial. A nivel personal considero que hay dos hechos importantes que se pueden deducir de estos tres aspectos y que están presentes en todo el capítulo: Por un lado, la necesidad humana de dominar y creerse superiores, incluso dentro de una misma raza y por lo tanto de despreciar a los que no son como nosotros por no tener nuestras costumbres y, por otro lado, que todas estas construcciones culturales o son más que una representación ficticia de nuestra imaginación, o dicho de otro modo, “Said (…) demuestra que las visiones (…) son construcciones ideológicas basadas en una perspectiva concreta. En el caso de Oriente, basadas en una perspectiva euro-céntrica”. (Prado Fonts, 2007).

         Al profundizar en este último punto, nos damos cuenta de que el discurso orientalista no nos deja indiferentes puesto que afecta a nuestros conocimientos de Asia Oriental, y lo hace de una manera imaginaria. De modo que, tal y como acabamos de mencionar sobre las construcciones ideológicas, en nuestras mentes establecemos un espacio familiar que es “nuestro” y un espacio no familiar “que es suyo” o “del otro”. Considero que esta manera imaginaria de establecer estas diferencias, tiene un aspecto positivo, puesto que uno de los méritos de Orientalismo es que nos haya acercado al otro, sea cual sea la geografía, sociedad, religión, etnia o cultura a la que pertenezca (2). Creo que es importante ser conscientes de que existen estas diferencias si nos ayudan a identificar las enormes aportaciones (formas de pensar, valores, tradiciones…), que nos pueden enriquecer personal y colectivamente. Sin embargo, desde un punto de vista menos positivo, estas representaciones no son objetivas puesto que no hablamos de las personas humanas como “nosotros”, es decir, con deseos, sentimientos e ideas, sino de un conjunto de habitantes ajenos a nuestra realidad. Al desconocer lo que hay en ese “más allá” de nuestro espacio conocido, elucubramos e imaginamos sobre Asia Oriental, “algo” alejado de nuestro espacio familiar europeo.

         Todo lo expuesto anteriormente es una llamada de atención al modo en que contemplamos las personas y las sociedades de Oriente, a las cuales, en palabras de Guarné “clasificamos a partir de criterios ideológicos, morales y políticos generalmente no explicitados” (Prado Fonts, 2007). Coincido en la afirmación de que estos “estereotipos a menudo nacen o circulan por desconocimiento o por temor” (Prado Fonts, 2007) y de este modo podemos aceptar que, tal y como expresa Guarné “suponen una estrategia para salvaguardar la integridad que creíamos amenazada, sin darnos cuenta de que esta integridad solo es producto arbitrario de nuestra manera de organizar el mundo en seguridades y temores” (Prado Fonts, 2007). A nivel personal, pienso que es importante y necesario el contacto real con las culturas y personas a las que “hemos etiquetado” respondiendo a razones sociales o psicológicas. De este modo, y a partir de mi experiencia en Taiwán, considero que mi visión sobre las sociedades orientales ha sufrido una transformación puesto que el contacto me ha ayudado a tomar conciencia de que no se puede “meter en un mismo saco” a todos los orientales y por lo tanto, se debe evitar realizar estereotipos tales como “los chinos son trabajadores o son capaces de comer todo lo que se mueve”. Según lo observado, considero que los chinos son personas que entre sí presentan sus diferencias, entre otras, en el modo de pensar, de sentir y de expresarse, tienen sus cualidades positivas y menos positivas, y en una palabra, cada persona posee su propia identidad: hay chinos trabajadores, otros menos trabajadores; hay chinos “sucios” que no lo son... Es decir hay de todo al igual que otra cultura. Todo ello debería contribuir a desterrar estereotipos que sin embargo, y a pesar de lo experimentado, como es mi caso, aún se mantienen.

    2- NIVEL PRÁCTICO

        3. El texto objeto de estudio aborda el análisis de una producción mediática relacionada con la sociedad china que ilustra el discurso orientalista de Said mostrando la concepción que se tiene en las sociedades occidentales sobre la idea de Oriente. A fin de lograr una mejor comprensión del texto centraremos nuestro análisis en los elementos que implícita o explícitamente se hallan presentes en esta producción. Una referencia al autor del documento, al contexto social y cultural en el que se han de re-significar estos elementos, así como al razonamiento orientalista del artículo, ayudará a descubrir valores y posicionamientos políticos, ideológicos y morales que revelan otra intencionalidad.

         La producción consiste en un artículo publicado en el diario EL PAIS el 10 de Agosto de 2008, por Héctor Abad Faciolince, un escritor y periodista colombiano que inició estudios en medicina, filosofía y periodismo y al final optó por las lenguas y literaturas modernas en la Universidad de Turín. Ha sido traductor de obras de autores italianos, colaborador en varias revistas y diarios, ha publicado numerosos ensayos y libros de narrativas y en la actualidad trabaja como columnista y asesor editorial del diario colombiano El Espectador. Ha recibido varios premios entre ellos, en España el primer Premio Casa de América de Narrativa Innovadora en el año 2000 y en Beijing, el Premio a la mejor novela extranjera del año, por la obra Angosta, en el 2005. En el artículo objeto de nuestro análisis, el autor expresa su punto de vista occidental sobre China y critica este país con un gran desprecio. Centrado en los JJOO de Beijing 2008, el texto establece un paralelismo entre los JJOO y otro tipo de “deporte” al que se dedicó la población china durante la Revolución Cultural del presidente Mao. Así, ante la situación de carestía de alimentos, los funcionarios descubrieron que los pájaros se comían parte de la cosecha de arroz y por lo tanto había que espantarlos como fuera. Exhaustos de volar caían al suelo y era el momento de aniquilarlos y de este modo asegurar la cosecha.

         El argumento central del artículo no puede pasar desapercibido ante la crítica que se hace tan desmesurada de una situación “lejana”, y este elemento aporta una dimensión importante del concepto orientalismo: el objeto de análisis del documento son los ciudadanos chinos en su propio contexto oriental, un concepto opuesto a lo occidental, el ámbito desde el que escribe Abad Faciolinci. De este modo, y a lo largo del texto, encontramos continuas referencias a los ciudadanos chinos a los que tacha de “hormigas de un rebaño domesticado y obediente” y a los que se refiere como a “una masa de autómatas”. El autor insiste en este último término al definir a los chinos como “una masa inmensa de trabajadores, puntuales, obedientes, que aceptan salarios exiguos pero de todos modos sedientos de consumo. Se les da pan, se les dan unos cuantos bienes, y a cambio se les exige silencio, laboriosidad extrema y obediencia”. Desde un punto de vista personal, considero que estas definiciones sobre los chinos responden a una construcción o forma de conocimiento ideológica basada en una perspectiva concreta. El autor realiza una clasificación de los chinos a los que “representa” de esta manera como algo natural, respondiendo así a estereotipos que circulan con normalidad en la vida cotidiana, tales como los chinos son trabajadores o muy disciplinados. Además, al establecer esta clasificación el autor está construyendo un espacio en el que “cientos de millones de chinos debían aplastar a cientos de millones de pájaros”, y en el que existe “un régimen que en muchos sentidos se puede calificar como opresivo”. Y ello hace que si existe este espacio, en la mente de Abad Faciolinci, exista “otro distinto” que por supuesto se opone a lo anterior y que se intuye es mejor porque goza de libertad, entre otros. Así se originan las fronteras imaginarias establecidas por lo “nuestro u Occidente”: nosotros somos libres, ellos autómatas; nosotros podemos consumir lo que queramos y “ellos” están sedientos de consumo”. Considero que estos elementos deben cobrar su sentido en su propio contexto, China, y que se debe tener en cuenta el proceso histórico, cultural y socio-político en el que se desarrollan. Es decir, no se puede juzgar una situación extrapolada de su ámbito. Estos estereotipos crean una imagen “estática” de los chinos: se pretende que nunca cambien y con estos estereotipos “estáticos” se genera una excusa perfecta para invadir o colonizar Oriente. Estos, entre otros, son motivos encubiertos que delatan otra intencionalidad.

         De este modo, pienso que el autor del texto aprovecha la ocasión de la celebración de los JJOO del 2008 celebrados en Beijing para exponer su punto de vista contrario al régimen comunista chino y al posicionamiento de los gobiernos occidentales. Entiendo que en su texto se refiere a la ceremonia de inauguración de los Juegos cuando expresa “hay algo hermoso y terrible en esas ceremonias donde los seres humanos dejan de ser individuos para convertirse en simples movimientos mecánicos de una enorme coreografía”. Desde este comentario se concibe las críticas que manifiesta a continuación: “Lo que es uniforme y riguroso nos fascina porque no hay más inhumano que esto (…). Cuando se cede a la libertad y uno se convierte en un diente más de un inmenso engranaje, hay algo que fascina y asusta”. Sin embargo, el autor concibe esta situación como “el sueño de los amos del mundo”, refiriéndose al “silencio de los gobiernos occidentales”, que si bien, “hacen muchos y muy buenos negocios con la China milenaria (…) callan sobre sus miserias políticas internas o sobre sus imposiciones imperiales en el Tibet”. “El sueño de todos los grandes capitalistas de la tierra sería (…) una pequeña camarilla de gobernantes que concentran en sus manos el poder absoluto (…) sin control independiente (…) sin disidentes (…), con protestas públicas ahogadas (…) con una prensa controlada (…), con páginas de Internet prohibidas”. La dinámica objetiva del artículo nos hace pensar que sólo s trata de una referencia a un “deporte al que tuvieron que dedicarse los chinos”, pero si nos detenemos a analizar la dinámica subjetiva del texto observamos cómo subyace una ideología y un posicionamiento. Además, estos fragmentos extraídos del texto vuelven a ejemplificar el discurso orientalista: los países occidentales son los “amos” o los “dueños” del mundo. Una vez más la superioridad occidental. Creo que en el fondo, el autor lamenta que China tenga, cada vez más presencia en el panorama internacional y por lo tanto, la imagen de lo exótico y lo romántico se vaya diluyendo.

        El desprecio e ironía del autor llega, incluso, al insulto: “quizás algún día los borregos encuentren la manera de no bailar y consumir todos al unísono, van a brincar, a gozar y gastar, tal vez a su propio aire”.

    BIBLIOGRAFÍA
    -Prado Fonts, Carlos. Sociedad y cultura en Asia Oriental . Barcelona: Fundació per a la Universitat Oberta de Catalunya. Primera edición. febrero 2007.
    -Said, E.W. (1978) Capítulo I “The Scope of Orientalism” en Orientalism”. Harmondwaorth: Penguin, 1991.

    WEBGRAFÍA
    -www.casaasia.es/pdf/3250412958PM1080217798756.pdf (Consulta 03/03/09).
    -http/html.rincondelvago.com/orientalismo_edward-said.html. (Consulta 27/02/09).

    REFERENCIAS
    (1) http//:rincondelvago.com/orientalismo_edward-said.html. (Consulta 27/02/09).
    (2) http//:www.casaasia.es/pdf/3250412958PM1080217798756.pdf (Consulta 03/03/09).

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